El Ser o no ser, cosa de griegos

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Filosofos griegos influyentes



PRIMER ENSAYO  SEGUNDA PARTE

Ser o no ser, cosa de griegos

  “Entre los griegos, como común denominador puede observarse que parecen haberse centrado en el problema del ser. En algunos casos tomaron ‘la nada’ como la negación del ser: lo que hay es el “ser” y sólo cuando se lo niega, aparece ´la nada’. Pensadores, como Parménides sostuvieron que sólo el ser es, y el no ser, no es”.

La existencia , entendimiento “Situación que incurre en el acto-para sí”; lo que significa “que se existe ante la cosa en –si”, lo que Jean Paul Sartre define “En-sí y para sí” con sus lineamientos metafísicos:

  “Ahora nos es dado concluir”. Desde nuestra introducción, habíamos descubierto la conciencia como una llamada al “ser”, y habíamos mostrado que el cogito remitía inmediatamente a un ser-en-sí objeto de la conciencia. Pero, después de descubrir el En-sí y el Para sí nos había parecido difícil establecer un nexo entre ambos, y habíamos temido caer en un dualismo insuperable.

Este dualismo nos amenaza, además, de otra manera: en efecto, en la medida en que puede decirse que el Para sí es, nos encontrábamos frente a dos modos de ser radicalmente distintos: el del [1]“Kierkegaard se quejaba de que “la época de hacer distinciones ha pasado”. Y ciertamente, la época en la que se distinguía entre desesperación depresión ha pasado. Si alguien en nuestros tiempos dijera que está desesperado, seguramente pensaríamos que lo que realmente quería decir era que está deprimido. Sin duda, la muerte de la desesperación tiene algo que ver con el colapso del orden sagrado. Antes se consideraba la desesperación como uno de los siete pecados capitales, puesto que el individuo que desesperaba, estaba renunciando a Dios. En nuestros días, la desesperación se entiende como falta de esperanza, la falta de esperanza como depresión, y la depresión como algo que se cura, como decía Kierkegaard”. [ Sierra, O,2017].

   Según nuestra perspectiva, la angustia es el primer problema filosófico que enfrenta la existencia del “ser”, prosigue Kierkegaard “La desgracia de muestra época es el haber aprendido demasiadas cosas y así haberse olvidado de existir”. Nunca se equivocó este gran filósofo, puedo plantear a nivel fenomenológico que la conciencia [2]Es un stadium o plano donde se desbocan las experiencias, proyecciones, abstracciones, vivencias situacionales” que definen lo humano en el “Ser” que existe “in presenti”, es decir “La existencia es el registro de todo lo que entra y sale de la conciencia de forma experiencial y cognoscente “, por lo tanto “no creería que todo lo que existe tenga vida para sí”. Sartre continúa:

[3] “A la metafísica corresponde formar las hipótesis que permitirán concebir ese proceso como el acaecimiento absoluto que viene a coronar la aventura individual que es la existencia del ser. Va de suyo que tales hipótesis quedarán como hipótesis, pues no podríamos alcanzar, ni convalidación, ni invalidación ulterior de ellas. Lo que constituirá la validez de las mismas será sólo la posibilidad que nos den de unificar los datos de la ontología.”

Nos hemos olvidado de existir, esta implicatura filosófica nos lleva a cierto grado “apodíctico, demostrativo, convincente, que no admite contradicción, juicio sin necesidad de comprobación” al interrogar, ¿La vida estará después  de la existencia? , ¿La existencia esta antes de la vida?, ¿Dónde estaba antes de nacer?, ¿Dónde estaré antes de morir?

  No queremos preguntar, dejándonos llevar por ciertas disipaciones metafísicas, que en verdad soslayan el problema del “Ser”, porque si en realidad le compete estudiar el alma, el espíritu, lo angelical, lo divino y lo sagrado. Esto implica cuestionar el stadium particular que ha atrofiado la existencia del “ser”, primero nos vamos a la referencia del “Objeto” o de la “Cosa” frente a la existencia y al “Sujeto”, estas relaciones derivan una variedad de implicaciones éticas que apuntan a conceptualizaciones divinas o mitologizaciones convertidas en definiciones marcadas en el “Ser en sí”. Desde ahí, la vida significa seguir el orden que establecen otros seres sin “Ser”, como lo expresa Ortega y Gasset “La deshumanización, significa la perdida de la existencia, es dejar que la vida navegue sola como un barco ante los desafíos de la historia, donde define “la teoría de la perdida”.

  El humano ha perdido “El ser” como consecuencia de la dialecticidad entre la materialización del deseo desbordante que le ha exigido la “Realidad sintiente” que produce el sistema económico capitalista.

 Queremos definir el concepto de existencia desde nuestra visión del mundo “No es lo que miramos, ni lo que pensamos, lo que palpamos no es superficie, es profundidad, es un fondo interminable, es un punto inacabado, algo que no culmina, como una rueda dentada sin fin, en cambio la vida ,es finita, es una limitación dada por dos puntos “el nacer” ,y el “morir”, morimos y seguimos en el recuerdo, existiendo en lo “Abstracto” ,es decir en los dado en” el acto en potencia” lo que  Aristóteles define y distingue entre:    “Potencia activa: o el poder o facultad de producir una acción o un efecto.  Potencia pasiva: o posibilidad de pasar de un estado a otro o de recibir la acción de una potencia activa, que se encuentra en el agente y la pasiva en el que experimenta la acción. De esta forma, ejemplifica, el fuego tiene el poder de quemar y lo graso la posibilidad de ser engrasado”.

 La vida tiene la facultad de la existencia. Pero, aun así, la existencia tiene problemas ontológicos, porque es la ponderación de la conciencia sobre el objeto aprehendido, sobre el sujeto confrontado a los dos extremos viables, la vida y la muerte.

 El eje intermedio es la angustia como percepción primaria del ser humano frente al acto de “vivir-existir”. Me remito a la certeza axiomática expresadas por Sartre y Heidegger sobre el ser humano y la conciencia “Sartre, concibe a la existencia humana como existencia consciente.     

   El ser del hombre se distingue del ser de la cosa por ser consciente. La existencia humana es un fenómeno subjetivo, en el sentido de que es conciencia del mundo y conciencia de sí; en este punto se diferencia de Heidegger, [4]“quien deja fuera de juego a la conciencia.”

   En nuestra cosmovisión neo-existencialista planteamos “Existimos porque desde nuestro fondo se proyecta la sensibilidad hacia el exterior y eso crea el pensamiento, existo no porque el mundo está frente a mí, sino porque existo independientemente del mundo de las cosas, elijo vivir un espacio, eso me da la condición humana, mi libertad es la que me hace existir, sino tengo libertad, solo vivo pero no existo, libertad desde el ser, es lo que determina la conciencia, eso define la circunstancia en la que existo, el mundo ante mis ojos cambia lo exterior y el interior, pero eso depende de los valores que se imponen para crear sub-mundos dentro del mundo. El ser es una caja de pandora, donde se esconden la substancias, esencias, apariencias y potencias de los actos y las ideas.

  Unos de los elementos que determinan el pensamiento de Sartre acerca de la existencia contemporánea y que causó revuelo en la filosofía, se vuelve un referente dentro de los pensadores existencialistas, en la que ubico de forma sistemática nuestras discusiones ontológicas y metafísicas sobre los tópicos antes tratados.

  Como lo digo al inicio de este ensayo, la angustia es uno de los rasgos distintivos psicopatológicos y filosóficos que han aturdido al hombre moderno, desde la aparición de la revolución industrial. Hay una absoluta perdida, lo que me lleva a pensar que el “ser” evoluciona de acuerdo a los parámetros materialistas que circundan el mundo de los medios de producción ,desde un capitalismo hegemónico hasta un capitalismo de servicios que bombardeado el “ser”, ha derrumbado la conciencia, y la automatizados en alambres electrónicos, convirtiendo al hombre en un ser robotizado ,programado y manipulado por las estructuras económicas dominantes.

 No quiero caer en el reduccionismo conceptual al llegar a una especie de filosofía crítica neo-existencialista dentro de una dimensión sociológica del “ser” como sujeto traslapado en “objeto” de primera mano. Basado en lo que expone el filósofo [5]Karel Kosik “Dialéctica de la totalidad concreta, donde la realidad humano social, cómo evitar los conceptos falseadores de esa realidad, y cómo intervenir positivamente en ella.

[6]Distingue desde un primer momento entre representación y concepto de las cosas, y por ello no entiende sólo dos formas y grados de conocimiento de la realidad, sino dos cualidades de la praxis humana (...). La realidad (...) se presenta al hombre como el campo en que ejerce su actividad práctico-utilitaria y sobre cuya base surge la intuición práctica inmediata de la realidad (p. 25), con base a esta relación práctica el hombre forma sus representaciones con las que capta lo fenoménico, la práctica utilitaria de cada día crea "el pensamiento común" que es la forma ideológica del obrar de cada día. Pero el mundo que se revela en la práctica fetichada, en el traficar y manipular, no es el mundo real, aunque tenga la "consistencia" y la "validez" de este mundo, sino que es el "mundo de la apariencia" (p. 32), de la pseudoconcreción que es un claroscuro de verdad y engaño. (p. 27).

 La existencia está definida en una cuadricula absurda, todos están preocupados por el “tener”, se olvidan de manera contingente del acto de “existir”, donde se lanzan a los supermercados del saber, del producir y del consumir. Todo ello, es consecuente de la explotación de la fuerza humana, sencillamente porque el trabajo nos define según el utilitarismo como seres productivos, pero que hemos abandonado el humanismo. El ser humano es en “si” es “potencia”, antes “el ser” ya existe antes de nacer, la existencia como entendimiento y aprehensión del todo en “si”, la existencia es abarcadora, esta “ahí” antes y después del mundo, lo que implicaría que es eterna, y la vida es breve en sentido relativo:

  La negación de la primera forma conduce al irracionalismo (...); la de la segunda (...) al positivismo y al cientificismo, que con su unilateralidad dan lugar necesariamente al irracionalismo (p. 44). La nada que es otra categoría que ha preocupado a los pensadores contemporáneos, en mi concepto “es la ausencia del “ser en si” y del “ser para sí”, y el enlace entre las dos conceptualizaciones es la angustia existencial de la que hemos sido víctima personalmente y socialmente.

  En la angustia un indicio que debemos de analizar citando los aportes de  [7]Jean Paul Sartre “La angustia: es el sentimiento más importante, hasta el punto de que Sartre llega a declarar que el hombre es angustia. Distingue la angustia del mero miedo: el miedo aparece ante un peligro concreto y se relaciona con el daño o supuesto daño que la realidad nos puede infligir; la angustia no es por ningún motivo concreto, ni de ningún objeto externo, es miedo de uno mismo, de nuestras decisiones, de las consecuencias de nuestras decisiones. Es la emoción o sentimiento que sobreviene con la conciencia de la libertad: al darnos cuenta de nuestra libertad nos damos cuenta de que lo que somos y lo que vamos a ser depende de nosotros mismos, de que somos responsables de nosotros mismos y no tenemos excusas; la angustia aparece al sentirnos responsables radicales de nuestra propia existencia.

   Es muy importante también recordar que para Sartre esta conciencia de la responsabilidad se incrementa al darnos cuenta de que nuestra elección no se refiere solo a la esfera puramente individual: todo lo que hacemos tiene una dimensión social; cuando elegimos un proyecto vital estamos eligiendo un modelo de humanidad, no se puede elegir una forma de vida y creer que ésta vale sólo y exclusivamente para nosotros, no se puede desatender a la pregunta ¿y si todo el mundo hiciera lo mismo? Al elegir, afirma Sartre, nos convertimos en legisladores, por ello siempre nos deberíamos decir: “dado que con mi acción supongo que todo hombre debe actuar así, ¿tengo derecho a que todo hombre actúe así?”. Sartre nos recuerda que el sentimiento de angustia lo conocen todas las personas que tienen responsabilidades, y cita el caso del jefe militar que decide enviar a sus hombres al combate, sabiendo que tal vez los envía a la muerte; él es responsable del ataque, elige esta acción y la decide en soledad.

      La vida se desconecta de la existencia en el momento en que se renuncia al “ser en sí” y busca “el ser para otro”, es allí donde notamos el “espacio vacío”, veamos este concepto “El sentido de la vida surge por la necesidad de dar solución a los problemas que tenga una colectividad o un individuo en particular. Constituye la respuesta ofrecida a las preguntas o problemas que implica la vida: ¿Por qué vivir? ¿Para qué vivir? ¿Quién soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Qué hacer con mi vida? ¿Qué camino seguir? ¿Qué hacer para sobrevivir? Entre otras tantas “cuestiones existenciales”. El sentido de la vida es un "esquema que reúne modelos de actos de las líneas más diversas y los acomoda en una proyección de un sentido que se extiende desde el nacimiento hasta la muerte”.

 [8] Véase lo que queremos expresar cuando hablamos de vacío, según el psicólogo y filosofo [9]Viktor  Frankl: “Una de sus metáforas favoritas es el vacío existencial”. Si el sentido es lo que buscamos, el sin sentido es un agujero, un hueco en tu vida, y en los momentos en que lo sientes, necesitas salir corriendo a llenarlo”. Frankl sugiere que uno de los signos más conspicuos de vacío existencial en nuestra sociedad es el aburrimiento. Puntualiza en cómo las personas con frecuencia, cuando al fin tienen tiempo de hacer lo que quieren, parecen ¡no querer hacer nada! La gente entra en una barrera cuando se jubila; los estudiantes se emborrachan cada fin de semana; nos sumergimos en entretenimientos pasivos cada noche; la neurosis del domingo”.

   Vemos que ese sentido de la vida no se interconecta con lo existencial, cuando sentimos que todo se resuelve, al día siguiente aparecen una diversidad de problemáticas.

 Lo que interfiere en que el ser humano está siempre insatisfecho, por esa misma angustia provocada por el desamparo y captación de los otros, es decir un sometimiento, que nos hace felices los siete días de la semana, para luego ir en decantación existencial, lo que nos plantea Albert Camus en el [10]“Mito de Sísifo:

 Diríamos que lo humano se cosifica, es ahí la pérdida del “Ser”, la distorsión de la conciencia, hago alusión de lo que Erich Fromm, un teórico pos-psicoanalista freudiano, resuelve diciéndonos: [11]“Fromm [2019]. expone tres tipos de comportamientos que él cree son inherentes a la cultura contemporánea, éstos son la necrofilia, el narcisismo y la simbiosis, es decir, la búsqueda de la muerte, la inversión libidinal hacia el yo y la dependencia desmedida o apego.”.

  El proceso de cosificación según mis postulados “Es la conversión del “Ser” en “cosa”, luego por objeción, que tendrá como cualidad la sujetación de la que define Michel Foucault “Por lo tanto, llamamos Disciplinas a estos métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad. Estas han llegado a ser, en el transcurso de los S XVII y XVIII fórmulas generales de dominación.

Todos ello significa la pérdida del “ser” para someter el cuerpo al poder. Lo que considero que el aspecto ontológico se pierde desde que el humano decide escoger la angustia como el intervalo que divide la felicidad y la satisfacción inconclusa, y la lucha cotidiana en la que este marcado a seguir. Entonces defino que el “ser en sí” se esfuma en las polvaredas del imperativo categórico Kantiano.

Por lo que equivale concluir, que la existencia solo será existencia en la medida que conquistemos las capacidades y potencialidades de la libertad contra un sistema que nos arrastra con la máquina de vacíos al abismo de la angustia de la vida, perdiendo de una vez la existencia. Lo que da como resultado la angustia particular hacia una angustia colectiva de la que expongo con certeza en todo este ensayo.






[1] Chabod, F., Escritos sobre el Renacimiento filosófico en la época del Renacimiento,Cajica, Puebla

[2] Ibídem

[3] Ibídem

[4] Heidegger, M., «Die Frage nach der Technik», en Vorträge und Aufsätze, G. Neske, Pfullingen, 1954.

[5] Manetti, G., De dignitate et excellentia hominis, A. Cratandrum, Basilea, 1532.

[6] Vives, L., Obras completas, Aguilar, Madrid, 1947, 2 vols.

[7] Habermas, J., El discurso filosófico de la modernidad, Taurus, Madrid, 1989.

[8] Ibídem

[9] Ibídem

[10] Cassirer, E., Individuum und Kosmos in der Philosophie der Renaissance, Teubner, Leipzig, 1927 (Individuo y cosmos en la filosofía del Renacimiento, Emecé, Buenos Aires, 1951).

[11]

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