Los cuatro pilares de la educación en Jacques Delors
Es importante lo que plantea Delors (2010) la educación exclusivamente va orientada más a la competencia “Aprender a conocer”. Este punto es convergente con otras actitudes, que se bifurcan en su tesis sobre el proceso de aprendizaje, la captación del “conocer”, simplemente, se ahonda con otras orientaciones pedagógicas, en menor medida “aprender hacer”, que es el próximo punto central, después del acto de “conocer”, la cercanía del sujeto y objeto, lleva esa sublime idea, de la aprehensión “ontológica del saber”, Esto conlleva a circunstancias que vienen a ser aleatorias, en sí mismo, el sistema educativo aunque esté bien estructurado, no puede prescindir de los cuatro pilares de la “Educación”. Hay tres ejes existenciales y esenciales, en que estos pilares se mueven y gravitan, primero, visualizar al ser humano desde formas integrales, donde se abrevie la calidad de persona, y en ello, forme una conciencia como miembro de una determinada sociedad. Así, lógicamente, pueda hacer una prolongación existencial y vitalista, global de la praxis en su estado integral.
Aprender a conocer
El primer punto o competencia, que nos muestra herencia del capitalismo, y qué conceptos como competencia, se activan de manera somera. “Aprender a conocer”. A pesar de ello, este tipo de aprendizaje no se presta para la acumulación desmedida de conocimientos ya codificados, eso muestra que deberá existir un dominio profundo de las herramientas mismas para sostener el “acto de conocer”. Es decir, como medio y fin a la vez, esa dualidad ética, que presagia en aprender a “comprender el mundo”, lo suficiente, como para obtener la felicidad y desarrollar la dignidad humana en todas sus capacidades profesionales.
Aprender a hacer
El surgimiento del “homo faber” tiene que ver con el “acto de hacer” opuesto al Homo sapiens, se refiere al hombre ante la modernidad, el que fabrica, hacer, reproduce, tal como lo expresa Lenz (2003):
“El ser humano es el resultado de su actuar, como productor, vive en un entorno que él mismo ha creado, un mundo que ha construido con su trabajar, donde no solamente la naturaleza en general es transformada para obtener el artificio humano, sino que también su propio cuerpo es objeto de toda clase de manipulaciones y alteraciones, incluyendo las técnicas actuales que transforman su apariencia exterior”.(p.34).
Es así que “aprender hacer” ha venido formando parte inherente del ser humano, es una actitud de índole antropológica, ha acompañado a la existencia misma del hombre, su laboriosidad se sustenta ante la sobrevivencia del mundo moderno, caracterizado por la violencia simbólica de la explotación intransigente, no obstante, la definición de una forma de aprehensión del mundo que dignifique al humano, desde el “acto de hacer” para todos, sin la singularidad e individualidad que ha definido de forma adversa el capitalismo. El “hacer” es lo que ha llevado construir al mundo en sus avances en la ciencia y la tecnología, sea para generar poder y contención de dominio de la técnica sobre la naturaleza, lo que se traspone, en los planteamientos de Delors, es una reflexión posiblemente tardía de que la educación es la que puede reorientar y rescatar desde el adentro la humanidad del mismo hombre, ante los embates del mundo posmoderno, tal como lo subraya Delors (2010).
Aprender a conocer y aprender a hacer son, en gran medida, indisociables. Pero lo segundo está más estrechamente vinculado a la cuestión de la forma profesional: ¿cómo enseñar al alumno a poner en práctica sus conocimientos y, al mismo tiempo, como adaptar la enseñanza al futuro mercado del trabajo, cuya evolución no es totalmente previsible? La comisión procurará responder en particular a esta última interrogante.
El último pilar que señala Delors, tiene que ver con el “acto de convivir”, es una perspectiva que dimensiona lo sociológico del “ser” en el trayecto de la existencia, en sociedad, en comunidad, el hombre, nace solo, pero vive agrupado, desde la idea de lo político, de influir en el “otro” sin el otro, la existencia de lo dialógico de Habermas, aunque depare, su estructura unidimensional tal como lo expresa Marcuse. El aprendizaje es complejo, ya que la conflictividad que ha imperado en el ser humano, ha consistido en una particular idea de dominar.
En contraste, “aprender a convivir” deber ser una de las prioridades de los sistemas educativos, sin importar las ideas religiosas, las inclinaciones ideológicas, o las posturas étnicas, “aprender a convivir” tiene que ver con educar para la vida frente al rotundo símbolo del thanatos y dejar el ethos en su posibilidad interior de persuadir al humano, a una ética que le duela la sensibilidad del otro, la comunicabilidad del otro, la existencia del estar con el otro.
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